Si bien es cierto que el taller es responsable de las averías causadas por su negligencia, el inconveniente con que se encuentran siempre los clientes que se enfrentan con un problema de este tipo es tener que demostrar que la avería detectada en el momento de recoger el coche no fue casual y que realmente el taller tuvo la culpa y fue el causante de la misma.
En estos casos una opción podría ser llevar el coche con la nueva avería a otro taller solicitando un presupuesto de la reparación en el que indiquen por escrito que la causa de la avería se produjo por causa de una manipulación o acción incorrecta sobre la pieza o el elemento averiado.